La Supercopa la decide SuperMessi
Leo Messi lideró al Barça hasta su décima Supercopa, el primer título del curso, tercero del año, el número 73 en la historia del Barça. Se lo quitó al Real Madrid, que volvió a mostrar su mejor imagen en otro gran partido sin premio. La tangana final no debería ensuciar el espectáculo de dos equipazos, pero posiblemente lo hará. Es la consecuencia de elevar contaminación hasta niveles tóxicos para un deporte que, durante 92 minutos, volvió a ser maravilloso.
Messi derrotó al Real Madrid. Prácticamente solo, el argentino tumbó de nuevo a un equipo que ha encontrado en el argentino a su maldición. Porque fue un buen Madrid, de nuevo, superior en lo colectivo al Barça, pero que no resiste la comparación entre su estrella y la azulgrana. El Di Stéfano del Barça.
El Madrid lo hizo todo bien, menos perder. Los hechos del final del partido no están a la altura de su historia, ni de la del Barça, pero sí todo lo anterior. Entró al partido con valentía y estuvo a punto de llevarlo a la prórroga sobreviviendo a otra actuación prodigiosa de Messi. Pero a Leo le quedaba una bala, que detonó a sólo tres minutos del alargue.
El partido iba a regalar media hora extra. Era pero un premio menor para el Madrid, que volvió a tener que frotarse los ojos cuando se vio, otra vez, por debajo en el marcador tras el primer tiempo. Un primer tiempo jugado durante amplios periodos en campo del Barça, gracias a la presión a pecho descubierto de los blancos. El Barça volvía a sufrir para sacar el balón -esta vez sin bajas-, así que Messi decidió acercarse a por él. El primero que cogió lo teletransportó a la espalda de Pepe, donde apareció Iniesta, habilitado por Ramos, para picar con suavidad sobre Iker. El gol fue un prodigio de precisión.
El Madrid reaccionó con entereza. Siguió apostando por su idea, aunque encontró el empate a la salida de un córner. Benzema cazó el balón en el segundo palo y su centro chut lo rozó Cristiano, que pese al gol tuvo una mala noche. Casi siempre eligió mal -la individual-, y hasta la fortuna le esquivó en un zambombazo que Valdés, el otro héroe de la Supercopa culé, desvió al travesaño como pudo. Özil tuvo el 1-2, pero aún no define como Messi. El argentino, en otro córner, recibió un taconazo de Piqué y se volvió a meter hasta la cocina de Iker, al que superó con otra picadita, con la pierna derecha. La imagen de Cristiano corriendo detrás del argentino es un icono de estos tiempos.
La primera mitad fue un oasis de fútbol y paz comparada con la segunda, que se jugó ya en jueves. El Madrid tardó en conectarse al partido, ante un Barça que esperaba atrás, sin sentirse exigido. Messi y Marcelo tuvieron la primera y los blancos comenzaron a agitarse. Curiosamente, cada lío que hubo en el partido -salvo el final- benefició más al Barça que al Madrid, que olvidaba que el camino era seguir jugando al fútbol. Pasó, también, tras el codazo de Pepe a Leo, que precedió a una nueva ocasión del 10 azulgrana. Paró Casillas, que estuvo bien, pese a todo.
Pero al Madrid aún le quedaba una vida. Ramos tuvo el empate en un saque de esquina, pero fue tras otro cuando llegó el gol de Benzema. Lanzó -mal- Kaká, y el balón llegó a los pies de Pepe, de nuevo en el primer palo, de nuevo convertido en asistente. Esta vez para el francés, al que el gol debería hacer justicia.
Quedaban cinco minutos largos para el final. El Barça, ya con Cesc en el campo, se disponía a afrontar una prórroga que, según los cálculos de Guardiola, debería ser una agonía para su equipo. Pero Pep sabe que juega con red. Esta vez fue violento, de volea, con la izquierda, pero el resultado fue el de siempre: gol de Messi, que derriba a un gran Madrid, y título para el Barça. A lo que parece, él es el ciclo.
Marca.com