Zlatan Ibrahimovic tiene motivos para estar contento. La gira asiática le ha servido para demostrar que no ha olvidado el camino a la portería rival. Si en el primer amistoso abrió la lata, en esta ocasión se ha encargado de redondear la goleada culé con uno de los goles de su escuela, la calidad por encima de la fuerza.
El gigantón sueco ha reiterado por activa y por pasiva que permanecerá en la Ciudad Condal, pese a los cantos de sirena que le siguen llegando desde Milán. Ibra sabe que no lo tiene fácil. Tendrá que luchar por un puesto con Villa y Pedro. Uno el fichaje estrella y otro el ojito derecho de Pep.
En el último amistoso disputado ante el Gouan, Ibrahimovic ha tenido 45 minutos para demostrar a los más incrédulos hacia su figura que están equivocados. Sin embargo, lo cierto es que el de Malmoe sigue sin entrar en juego y sin dar todo aquello que se supone que puede dar.
Su gol final ha sido precisamente un fiel reflejo de su situación. Magia a raudales y apatía por doquier. El '9' del Barça recibió un balón en la frontal del área para, con un ligero toque con el interior, poner el balón pegado a la base del poste, inalcanzable para el meta rival. La celebración, como siempre, sin entusiasmo.
Nervios
Incluso minutos antes, el ex del Inter vio la tarjeta amarilla tras protestar vehemente una falta en un partido amistoso ya decantado. Ibrahimovic está nervioso, se juega su futuro como blaugrana y de momento no está siendo lo que prometía el verano pasado. Al menos, por ahora está en racha con el gol.